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Villa Yeyette
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En los años 30, en plena “belle époque”, Donostia-San Sebastián era uno de los destinos vacacionales preferidos de la aristocracia internacional. Una ciudad de moda y cosmopolita. Su proximidad con Biarritz, ser una ciudad balnearia, poseer ferrocarril y ser lugar de veraneo de diferentes familias reales (y su numeroso séquito y acompañantes), confería a nuestra ciudad un atractivo muy especial.
Su abuelo también Blas, solía sacar aceitunas, algunas guindillas, pepinillos y también anchoas para picar. Un día cogió un palillo y empezó a traspasar una anchoa, una guindilla y una aceituna y viendo que la idea gustó a los amigos, creó, sin saberlo, el pintxo más emblemático de San Sebastián. Y para ponerle nombre, nada mejor que llamarla “Gilda”, verde, salada y picante, una graciosa ocurrencia de sus creadores.
“Hasta los años 80 el pintxo era lo que acompañaba a los poteadores entre pote y pote, algo sólido para seguir bebiendo… Eran pintxos fríos como aceitunas, antxoas, gildas, medios huevos duros, gambas, etc. Eran muy básicos.” “Para mí, la cosa cambió a mediados de los 80, con la incorporación de las mujeres al poteo. Hasta entonces sólo eran grupos de hombres los que hacían rondas poteando y las mujeres alternaban sólo los fines de semana. En ese momento empezaron a cuidarse mucho más la presentación de los pintxos, la decoración de los bares, hasta las vajillas de los platos mejoraron.”
“Otro momento clave en el desarrollo del pintxo fue la irrupción de la Nueva Cocina Vasca y la aparición de nuevos productos como los pescados marinados o el foie. Los grandes cocineros los incorporaron a sus cartas y los bares de pintxos nos beneficiamos de ello incorporando nosotros también estos productos, mejorando nuestra propuesta con un tipo de pintxo más elaborado, de mucha mayor calidad.”No se puede entender en pintxo donostiarra sin tener en cuenta a quienes los elaboran, los inventan, los miman… y todas las familias que desde hace años se han esforzado, cada día y desde primera hora de la mañana, por ofrecer calidad, producto, innovación y cariño a quienes se acercan a sus barras.
"Que más hubiésemos querido que tener la clientela que tienes ahora, que abras la puerta y ya está la gente comiendo pintxos. Nosotros teníamos que mimarle al cliente porque queríamos que al día siguiente volviera otra vez."
"De chaval cuando empiezas a manejar ya algo de dinero, me acuerdo de ir al Martinez y tomabas el pintxo de txatka famoso, o al Tambo y sus champis o las gambas del Txistu, pequeñitas y rojas. El Astelena y el pastel de pescado, aquello si que era hacer y vender, lo que hablábamos del decálogo de los pintxos, de que lpintxo tiene que ser fresco."
"Hay que cuidar el txikoteo, que haya movimiento entre bares, cada uno tiene su ruta. Es más que comer algo, es algo social, estamos aquí para estar con gente. Luego si la barra esta super bonita no puedes resistirte. La idea es que es un lugar de encuentro, algo muy importante en la sociedad vasca."
"Tenemos que tener presente que lo de los pintxos era un arte. Cada uno teníamos un bar al que acudíamos a comer un pintxo y otro bar al que acudíamos a comer otro pintxo. En este momento muchas barras se parecen."
"A medio largo plazo si queremos distinguirnos tenemos que darles personalidad y diferenciarnos. En su día así lo hicieron y por eso destacamos a nivel mundial, tenemos que continuar en esa senda y hacer algo diferente y mejor."
"Lo que ves es lo que comes. Eso da seguridad. Nos gustan mucho las Gildas. Sobre las ocho de la tarde siempre les recomiendo comerlas. La Gilda es como el prefecto equilibrio de acidez y salado y encima como un poco untuoso con la aceituna. Lo que más les gusta de ir de pintxos es la libertad de poder elegirlos. En un restaurante hasta que te lo sirven no sabes lo que van a traer, en un bar eliges tú los pintxos."
"Lo que más nos gusta es la tertulia, lo comentarios, la Real, deportes… cada día hay un tema. Nuestra cuadrilla utilizamos más los pintxos por la tarde. Cada bar al que vamos tiene su especialidad, se distinguen por eso, tiene dos o tres pintxos quizás de más nombre, el clásico, el tradicional o más conocidos y vamos a aquellos. En cada bar tomamos la especialidad."